De rodillas, con las manos atrás...
Esa noche al llegar a casa estaba realmente exhausta. Había tenido un lago día muy cansador en la oficina y, para colmo, mi jefe seguía caliente conmigo, insistiendo en que ardía de deseos por cogerme como a una verdadera perra…
Antes de poder salir corriendo, el tipo apareció muy sonriente y se instaló en un cómodo sofá de mi despacho. Lo miré inquisitiva y él como respuesta abrió su bragueta.
Su verga era enorme y el muy hijo de puta sabía que eso me volvía loca y que yo no rechazaría dejarlo que me cogiera con eso…
La sacó y me la mostró, totalmente dura y erecta. Dejé mi bolso, los papeles y carpetas que ya me estaba llevando y me puse de rodillas en el piso. Fui gateando hasta donde él estaba sentado.
Sonrió y me tomó por los cabellos. Me ordenó que abriera la boca, sabiendo que no necesitaba decírmelo.
Entonces saqué la lengua y comencé a deslizarla por todo esa magnífica cosa dura. Mi jefe cerró los ojos y se abandonó al placer que le estaba dando. Lamí el tallo entero y luego lo fui metiendo entre mis labios rojos. Unos pocos minutos después, acabó.
Me incorporé sonriendo, sin quitar mi vista de esa verga todavía endurecida. Quería cabalgar sobre ella en ese mismo momento.
Levanté mi falda y deslicé mi breve tanga negra hasta las rodillas. Pero mi jefe me detuvo en seco. Dio que él también había tenido un día agotador y que su estresante condición podría hacer que no pudiera cogerme como yo me lo merecía. Sonrió con tristeza, diciendo que otro día me dejaría con la concha en llamas…
Un poco decepcionada, me acomodé la ropa, me lavé los dientes en el baño y dejé la oficina para dirigirme a casa.
Ya en esa época estaba conviviendo con Daniel; nuestro noviazgo era eterno y no había miras e llegar al casamiento…
Estaba muy segura de que mi lindo novio iba a tener muchas ganas de cogerme, porque esa misma medianoche debía salir de viaje por unos días.
Con solo pensar en su dura verga se me humedeció la concha…
Abrí la puerta y encontré la casa en silencio. La única luz provenía de nuestra habitación. Subí los escalones sin hacer ruido, tratando de sorprender a Daniel allí.
Empujé la puerta entornada y supe que mi adorado novio estaba en el baño. Sobre la cama había un papel escrito:
“De rodillas, las manos atrás” Decía el lacónico mensaje.
Me desnudé por completo, quedando solamente con mis sandalias de taco alto. Sentí mi propio olor a sudor; a Daniel le encantaba...
Tiré mis ropas al pasillo y me arrodillé en el suelo, de espaldas a la puerta del baño. Entonces pude oír sus pasos sobre la alfombra. Un pañuelo de seda negra cubrió mis ojos y sus manos se apoyaron sobre mis hombros. El contacto me hizo estremecer.
Noté que se arrodillaba frente a mí. Volvió a empujar mis hombros hacia abajo y entonces supe sus intenciones: abrí mis labios rojos y él deslizó suavemente su verga dura en mi boca sedienta…
Le dediqué una mamada infernalmente placentera. Su verga estaba mucho más dura y gruesa que de costumbre. Sus gemidos y suspiros también sonaban diferentes…
Mientras me comía su magnífica pija, sentí sus dedos acariciando mi cola y después hundiéndose entre mis labios vaginales. Casi me hizo acabar en dos segundos. Tuve que sacarme su verga de mi boca para jadear y gruñir a gusto…
De pronto esa cosa abandonó mis labios y adiviné que mi novio se ubicaba a mis espaldas. Sus manos aferraron mis caderas y enseguida su verga comenzó a hundirse en mi agradecida vagina.
Me bombeó casi con furia, sin tener en cuenta mis aullidos y mis súplicas para que me cogiera con más delicadeza. Pero no, no se detuvo, sino que redobló sus embates violentos y pronto eso me hizo acabar. Aullé como loca y caí hacia adelante, abatida y totalmente entregada.
Pronto esa verga también se descargó dentro de mi cuerpo. Me hizo temblar y otra vez tuve un intenso orgasmo. Me llamó la atención la cantidad increíble de semen que mi lindo novio derramó en mi concha. Daniel parecía estar más caliente que nunca…
Se salió de mi concha y pensé que iba a quitarme la venda de mis ojos; pero de repente sus manos me aferraron otra vez y unos segundos más tarde, la punta de su verga empujaba sobre mi cola, intentando deslizarse dentro de mi estrecha entrada trasera…
Le pedí que no me sodomizara. Su pija estaba inusualmente gruesa y eso iba a dolerme bastante, calculando que mi estrecho ano hacía bastante que no era dilatado por una buena verga…
Pero él ignoró mis súplicas. Siguió empujando hasta lograr penetrar mi apretado esfínter. Después escuché unos gruñidos y mi esposo comenzó a bombearme el culo a gusto.
Me dolió sentir su verga tan gruesa, pero pronto comencé a disfrutar con placer. No pude acabar mientras me sodomizaba, pero me alegré por Daniel, al sentir su semen invadiendo mi ano…
Volvió a salir de mi cuerpo y me dio un par de palmadas en mi cola. Después bajó las escaleras en silencio, dejándome ahí tirada en el suelo, hecha un ovillo, mientras sentía salir semen de mis dos orificios…
Dos segundos después sonó mi celular. Repté por el suelo hasta el pasillo, buscando el aparato dentro de mi bolso.
Era Daniel. Ya estaba en el aeropuerto, esperando abordar el avión, ya que habían adelantado su viaje para un vuelo anterior.
Me dijo que lamentaba no haber podido esperarme en casa para hacer una buena despedida. Agregó algo que había olvidado decirme:
Su primo Javier estaba de paso por Buenos Aires y mi lindo novio, como buen samaritano, le había ofrecido alojarse por unos días en nuestra casa. Había espacio suficiente en la habitación de servicio.
Javier posiblemente llegara a casa esa misma noche…
Me quedé un poco atónita, mirando la pantalla del teléfono.
Regresé al dormitorio y busqué esa nota sobre la almohada.
No era la letra de mi adorado Daniel…
Antes de poder salir corriendo, el tipo apareció muy sonriente y se instaló en un cómodo sofá de mi despacho. Lo miré inquisitiva y él como respuesta abrió su bragueta.
Su verga era enorme y el muy hijo de puta sabía que eso me volvía loca y que yo no rechazaría dejarlo que me cogiera con eso…
La sacó y me la mostró, totalmente dura y erecta. Dejé mi bolso, los papeles y carpetas que ya me estaba llevando y me puse de rodillas en el piso. Fui gateando hasta donde él estaba sentado.
Sonrió y me tomó por los cabellos. Me ordenó que abriera la boca, sabiendo que no necesitaba decírmelo.
Entonces saqué la lengua y comencé a deslizarla por todo esa magnífica cosa dura. Mi jefe cerró los ojos y se abandonó al placer que le estaba dando. Lamí el tallo entero y luego lo fui metiendo entre mis labios rojos. Unos pocos minutos después, acabó.
Me incorporé sonriendo, sin quitar mi vista de esa verga todavía endurecida. Quería cabalgar sobre ella en ese mismo momento.
Levanté mi falda y deslicé mi breve tanga negra hasta las rodillas. Pero mi jefe me detuvo en seco. Dio que él también había tenido un día agotador y que su estresante condición podría hacer que no pudiera cogerme como yo me lo merecía. Sonrió con tristeza, diciendo que otro día me dejaría con la concha en llamas…
Un poco decepcionada, me acomodé la ropa, me lavé los dientes en el baño y dejé la oficina para dirigirme a casa.
Ya en esa época estaba conviviendo con Daniel; nuestro noviazgo era eterno y no había miras e llegar al casamiento…
Estaba muy segura de que mi lindo novio iba a tener muchas ganas de cogerme, porque esa misma medianoche debía salir de viaje por unos días.
Con solo pensar en su dura verga se me humedeció la concha…
Abrí la puerta y encontré la casa en silencio. La única luz provenía de nuestra habitación. Subí los escalones sin hacer ruido, tratando de sorprender a Daniel allí.
Empujé la puerta entornada y supe que mi adorado novio estaba en el baño. Sobre la cama había un papel escrito:
“De rodillas, las manos atrás” Decía el lacónico mensaje.
Me desnudé por completo, quedando solamente con mis sandalias de taco alto. Sentí mi propio olor a sudor; a Daniel le encantaba...
Tiré mis ropas al pasillo y me arrodillé en el suelo, de espaldas a la puerta del baño. Entonces pude oír sus pasos sobre la alfombra. Un pañuelo de seda negra cubrió mis ojos y sus manos se apoyaron sobre mis hombros. El contacto me hizo estremecer.
Noté que se arrodillaba frente a mí. Volvió a empujar mis hombros hacia abajo y entonces supe sus intenciones: abrí mis labios rojos y él deslizó suavemente su verga dura en mi boca sedienta…
Le dediqué una mamada infernalmente placentera. Su verga estaba mucho más dura y gruesa que de costumbre. Sus gemidos y suspiros también sonaban diferentes…
Mientras me comía su magnífica pija, sentí sus dedos acariciando mi cola y después hundiéndose entre mis labios vaginales. Casi me hizo acabar en dos segundos. Tuve que sacarme su verga de mi boca para jadear y gruñir a gusto…
De pronto esa cosa abandonó mis labios y adiviné que mi novio se ubicaba a mis espaldas. Sus manos aferraron mis caderas y enseguida su verga comenzó a hundirse en mi agradecida vagina.
Me bombeó casi con furia, sin tener en cuenta mis aullidos y mis súplicas para que me cogiera con más delicadeza. Pero no, no se detuvo, sino que redobló sus embates violentos y pronto eso me hizo acabar. Aullé como loca y caí hacia adelante, abatida y totalmente entregada.
Pronto esa verga también se descargó dentro de mi cuerpo. Me hizo temblar y otra vez tuve un intenso orgasmo. Me llamó la atención la cantidad increíble de semen que mi lindo novio derramó en mi concha. Daniel parecía estar más caliente que nunca…
Se salió de mi concha y pensé que iba a quitarme la venda de mis ojos; pero de repente sus manos me aferraron otra vez y unos segundos más tarde, la punta de su verga empujaba sobre mi cola, intentando deslizarse dentro de mi estrecha entrada trasera…
Le pedí que no me sodomizara. Su pija estaba inusualmente gruesa y eso iba a dolerme bastante, calculando que mi estrecho ano hacía bastante que no era dilatado por una buena verga…
Pero él ignoró mis súplicas. Siguió empujando hasta lograr penetrar mi apretado esfínter. Después escuché unos gruñidos y mi esposo comenzó a bombearme el culo a gusto.
Me dolió sentir su verga tan gruesa, pero pronto comencé a disfrutar con placer. No pude acabar mientras me sodomizaba, pero me alegré por Daniel, al sentir su semen invadiendo mi ano…
Volvió a salir de mi cuerpo y me dio un par de palmadas en mi cola. Después bajó las escaleras en silencio, dejándome ahí tirada en el suelo, hecha un ovillo, mientras sentía salir semen de mis dos orificios…
Dos segundos después sonó mi celular. Repté por el suelo hasta el pasillo, buscando el aparato dentro de mi bolso.
Era Daniel. Ya estaba en el aeropuerto, esperando abordar el avión, ya que habían adelantado su viaje para un vuelo anterior.
Me dijo que lamentaba no haber podido esperarme en casa para hacer una buena despedida. Agregó algo que había olvidado decirme:
Su primo Javier estaba de paso por Buenos Aires y mi lindo novio, como buen samaritano, le había ofrecido alojarse por unos días en nuestra casa. Había espacio suficiente en la habitación de servicio.
Javier posiblemente llegara a casa esa misma noche…
Me quedé un poco atónita, mirando la pantalla del teléfono.
Regresé al dormitorio y busqué esa nota sobre la almohada.
No era la letra de mi adorado Daniel…
3 年 前