Portugal

Teníamos mucha ilusión en aquel fin de semana. Era la primera escapada con Juan y Raquel después de algunos encuentros en Madrid y en Sevilla.

Nos dejamos aconsejar por ellos y el destino final sería Portugal, un precioso pueblo del Algarve. Un pequeño hotelito con muy pocas habitaciones donde estaríamos tranquilos y relajados. Lo conocían de otra "escapada" anterior con unos amigos y les traía muy buenos recuerdos.

Pese al buen tiempo, no había mucha gente. Prácticamente estábamos solos y la tranquilidad del lugar se nos contagió enseguida. Lo único que alteraba esa paz era el constante cosquilleo que teníamos los cuatro desde que llegamos. 

No se si serían las ganas pero encontré a Raquel especialmente guapa. Su cuerpo delataba alguna sesión de sol furtiva y su sonrisa nos contagiaba a todos un optimismo especial. Carol se dio cuenta rápidamente del efecto que estaba causando en mí y con su desparpajo habitual lo soltó: “Parece que mi marido se alegra muuuucho de volver a verte”. Me quedé algo avergonzado… “Mi marido y yo, porque estás guapísima y super sexy”. Y acabábamos de encontrarnos.

Juan también tuvo unas palabras amables a lo que respondió Carol con un discreto beso en la boca.

Cada uno se fue a su habitación a dejar la maleta y asearse un poco. El plan era arreglarse para cenar en el restaurante del hotel. Mi mujer ya tenía ganas de estrenar el ligero vestido que le había comprado aunque aún le daba vergüenza enseñar la piel tan blanca por lo que se tapó las piernas con unas medias negras sujetas por un ligero. Como era una ocasión especial, no se puso bragas ni sujetadoC.

Bajamos a la piscina para disfrutar de los últimos rayos de sol que aún daban bastante calorcito. 

Raquel estaba despampanante. Un vestido rojo muy suelto a juego con sus labios. Tampoco fue valiente y llevaba medias de color carne.Pero como descubrí después, eran medias trampa. Como las de Carol.

Estábamos solos, arreglados, perfumados y con muchas ganas de ponernos al día. Nos sentamos en dos hamacas, yo con Raquel y Carol con Juan. Charlamos de todo un poco, de la familia, del trabajo, del país, algunas bromas, risas… 

“Hace calor aquí” dijo Raquel mientras se levantaba el vestido para darse algo de aire. Mi mujer se fijo y no lo dudo: “Bonitas medias Raquel, a juego con las braguitas… “. “Yo también estreno conjunto” dijo C. y se puso de pie levantándose el vestido hasta la mitad de los muslos “pero no me he traído bragas a juego…”

Juan la miró y me guiñó un ojo. Aquello prometía.

Raquel entendió el mensaje. Disimuladamente, como solo ellas saben hacer, se quitó las bragas allí mismo. “Ya está, fuera calores”

J. y yo protestamos “Claro, lo tenéis muy fácil. ¿Qué nos quitamos nosotros?”

C. se levantó un momento y puso su mano en mi paquete y me agarró con fuerza “Vosotros mejor que tengáis algo que os mantega la polla encerrada un tiempo. Y venga, vámonos que tenemos mesa”. Agarró a Raquel de la mano y se pusieron a caminar hacia el comedor”

“Socio, esto es un gran comienzo pero llevo la polla dura como una piedra” le dije a J. “Me da que te va a durar la erección un buen rato” me respondió.

Nos sentamos en nuestra mesa. De nuevo, solos. 

Empezamos muy formales, muy a gusto, nos llevamos bien y eso hace que todo sea fácil.

Pero Carol quería acelerar la situación. Sacó el tema de los intercambios, de la última experiencia que tuvo en un spa en Madrid, de las ganas que tenía de besar a Raquel, de lo bien que le comió el coño Juan la última vez… vamos, directa como siempre.

Raquel le siguió el juego, y contó sus últimas sesiones de foto con el fotógrafo madrileño. De lo sexy y caliente que se sentía cuando posaba. Mientras hablaba, Carol bajo descaradamente su mano y su rostro cambió. El movimiento de su brazo la delataba.

Todos nos dimos cuenta. Y R. que seguía contando lo bien que se sentía deseada no se cortó ni un pelo. Sacó del bolso un huevo vibrador y nos lo enseñó a los tres. "Esto es una maravilla Carol, una maravilla" Lo metió debajo de la mesa con las dos manos; una mini gemido y ver su cara era suficiente para saber dónde había escondido aquel huevo. Sin dejar de hablar, plantó su mano encima de mi polla y empezó a frotarla por encima del pantalón. No me esperaba esto de Raquel pero, por supuesto, no dije nada. 

Carol que obviamente se dio cuenta no quiso ser menos y cogió la mano de J. y se la puso en el coño que actuó como si fuese algo que pasa todos los días. Imagino la sensación de Juan al tocar la raja desnuda y húmeda de mi mujer.

Lo mejor, que cuando nos trajeron los postres, ni la mano de J. ni la mano de R. pararon. Todos soltamos a la vez un "muito obrigado" entre risas. Raquel más que risas, soltó un gemido porque estaba corriéndose allí mismo.

Decidimos con tanto calentón salir a tomarnos la copa fuera, en la piscina para que nos diera un poco el fresco. Pero frío, lo que se dice frío, pasamos poco.

Nos sentamos de la misma manera que antes. Pero ahora nos cubría la oscuridad y un silencio de lo más relajarte.

“Bueno chicos, ¿cómo tenéis las pollas? porque me da que muy muy bien” dijo Carol.

“Que te diga Raquel que debe saberlo”… comenté. Y R. sin decir ni una palabra me bajó la cremallera y med la sacó. Sin más. Y ahí la dejó. Tiesa como el palo de una sombrilla. Hubo risas de todos. R. se cambió y se puso en la hamaca de enfrente con C. y J. Y los tres me miraban y opinaban “Creo que se la has puesto dura de cojones” dijo J., “Tienes unas manitas de seda Raquel” comentó C. 

La cara de Raquel era como la de un niño cuando todos están orgullosos de lo que ha conseguido. Y la mí debía ser un poema. Delante de tres personas, con la polla fuera y con una erección brutal.

Carol viendo que necesitaba un apoyo moral, le sacó la polla a J. que, por supuesto, también estaba como una piedra. “Ya no estás solo cariño” me dijo mi mujer mientras empezaba a mover el miembro erecto de Juan.

Como tenía la hamaca solo para mí me tumbe para ver bien lo que pasaba enfrente mía. C. pajeaba a J. y R. besaba apasionadamente a C. mientras su mano le levantaba el vestido hasta la cintura. No podía más y empecé a masturbarme pero Raquel saltó como un resorte. “De eso nada”, me empujó hasta que quedé completamente tumbado, se levantó un poco el vestido, se sacó el huevo vibrador, y se sentó encima de mí. Noté un coño empapado y ardiendo deslizarse por mi polla hasta llegar al final. 

R. me estaba follando a la luz de las farolas. Si a alguien le hubiese dado por bajar a la piscina no habría visto cuerpos desnudo pero era más que descarado que estábamos en plena relación sexual. Aunque los movimientos de Raquel eran muy sutiles al principio, aceleró cuando su primer orgasmo se acercaba. Yo no podía aguantar tampoco y me corrí dentro de ella cuando noté que su coño se dilataba.

C. seguía pajeando a J. y los dos nos miraban fijamente. R. se levantó y se puso en frente de los dos, se levantó el vestido y aunque había poca luz se veía perfectamente mi semen salir de su coño. “Alguien me lo quiere limpiar” dijo mientras subía su pierna a la hamaca. Juan y Carol se miraron y mi mujer acercó su boca al coño chorreante de Raquel y lo lamió a conciencia. Se giró hacia Juan y le morreó salvajemente para que él disfrutará del sabor a sexo.

Carol pidió que Juan se pusiera de pie y que Raquel le pajease mientras ella se abría de piernas sentada en la hamaca. “Vamos, córrete en mi coño que éste lo va a limpiar Raquel”. J. debía llevar acumulado bastante porque lo llenó todo, las medias, el vestido, el coño… le llegó hasta los labios y la boca de C.…

Raquel se arrodilló y empezó a caer el coño de Carol mientras yo me puse a besarla. C. se corrió casi de inmediato.

Desde esa noche, una boa noite, ya podemos decir que nos conocemos todos muy bien. Hasta conocemos el sabor de todos y de cada uno. 

Lo que pasó después es otra historia. De momento Carol me ha pedido que le compre un huevo...
发布者 Estupefacto
3 年 前
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