Divernis
Odio las mesas en los AVE. Eso de ir cuatro personas cara a cara y con las rodillas pegadas es un verdadero incordio. Pero para la vuelta de Sevilla del puente del dichoso San Isidro no nos quedó más remedio.
Habíamos ido a ver a unos amigos de Carol, una decisión de última hora que nos obligó a sacar esos billete tan malos.
Es una lotería, puede tocarte cualquier cosa. Pero en cuanto llegamos y vimos quien teníamos en frente nos relajamos. Una pareja con muy buen aspecto y de nuestra edad. Él tenía imagen de tipo seguro de sí mismo y ella una elegancia especial y una sonrisa preciosa.
Al poco de arrancar el tren me levanté a por un café y pregunté a nuestros compañeros de tren si querían algo. "No gracias, muy amable".
No sé qué pasó mientras iba a la cafetería pero a la vuelta los dos estaban hablando con Carol. Ella hace amigos en cualquier parte. "Mira son Juan y Raquel". "Encantado, ¿qué tal?". Ruptura absoluta del hielo. Nos quedaban dos horitas que iban a ser muy agradables.
Hablamos de todo un poco, de la familia, de la situación, de su ciudad, Sevilla, de Madrid, de Carmena y hasta un poco de fútbol... Juan se ofreció a ir a por algo de beber... aquello ya parecían dos parejas amigas en un bar.
Raquel tenía algo especial. Su manera de hablar, de reír, de moverse... Me estaba gustando mucho. Y por cómo se comportaba Carol, a ella también. Juan volvió y brindamos por el futuro incierto y alguna que otra cosa entre trascendental y absolutamente trivial. Pero había química. Se notaba. Y juraría que Juan le echaba el ojo a Carol.
Cuando llegamos nos planteamos la posibilidad de ir a cenar durante su estancia en Madrid. Eramos los anfitriones y queríamos conocer un poco más a aquella pareja. A ellos también les apetecía seguir esa conversación de vagón por lo que quedamos para ese mismo jueves.
En casa Carol hablaba mucho de Juan y de Raquel, algo había que le había gustado mucho. Era obvio que le gustasen, una pareja de más o menos nuestra edad, atractivos, él médico, ella enfermera y con esa clase... como para no gustar. A mí Raquel me había cautivado y así se lo dije a Carol. "Tú eres un listo", me dijo "tú quieres algo con ella ¿o no?". Me reía... no dije nada, pero ella sabía que sí, que Raquel me había excitado y mucho.
"Pues no seas un cara porque yo solita no me quedo... y Juan me gusta, me da que debe ser buen amante... ya sabes lo bien que tocan los médicos" Risas y más risas, pero por debajo de todo eso estaba la realidad. Queríamos follar con ellos.
Llegó el jueves y quedamos para tomar algo antes de cenar. Carol se vistió como ella sabe, una lencería especial, un body negro de encaje con tanga que se abre por debajo y unas medias de liguero. Los tacones altos eran requisito fundamental. Y luego un fino vestido verde que caía sobre su cuerpo, era largo pero una sutil raja en la falda dejaban ver su pierna y, según como se sentase, una parte de su muslo desnudo.
Llegamos lo primeros y vimos aparecer a Juan y Raquel. Él estaba muy elegante, chaqueta, camisa blanca sin corbata. Ella lucía como nadie. También llevaba un vestido que parecía haber sido diseñado para ella, ajustado que le quedaba por encima de las rodillas. Un ligero escote que sin ser obsceno, dejaba ver el valle de piel entre sus pequeños pechos adornado por unos preciosos lunares bajo el cuello. Y unos tacones negros sencillos que le hacían unas piernas preciosas. Cuando se dio la vuelta para dejar el bolso me fijé en como se le marcaba el impresionante culazo. No me le miré lo suficiente en el tren...
Parecíamos amigos de mucho más tiempo; no hacía falta mucha presentación o charla de compromiso. Estábamos todos muy a gusto y eso era muy muy buena señal.
Fuimos a la cena ya con algo de alcohol en el cuerpo. Más desinhibidos de lo normal a esas horas. Carol y Raquel estaban haciendo muy buenas migas. Y Juan y yo empezábamos a conocer mejor las intenciones de ambos.
La velada transcurrió de maravillo. Buena comida, buen vino y mejor compañía. Risas y más risas y una conversación que empezaba a ser algo más íntima. Para eso es buena Carol.
"Perdonad la pregunta pero llevamos un tiempo pensando en hacernos un sesión de fotos de pareja ¿qué os parece? Bueno, más que de pareja, de mí. Antonio lleva mucho tiempo diciendo que quiere algo profesional, elegante, bien hecho.."
Raquel y Juan se miraron. "Sesión... ¿de qué tipo?" preguntaron. "Yo, para ser sincero, me gustaría verla algo más sexy, algo más para nosotros pero en plan bien hecho". Raquel lo dijo de inmediato "¿Con un toque más picante?". "Exacto" dije yo. "Raquel es una experta, ya ha posado como una verdadera modelo" respondió Juan mientras guiñaba un ojo a su mujer. "¿En lencería?" ya se me notaba algo más de sorpresa en la frase; pasamos de sacar un tema íntimo nosotros a rematarlo ellos. "Sí claro, lencería en plan elegante... y alguna cosa más atrevida". "Cuenta, cuenta Juan, que eso me interesa y mucho" dijo Carol ya con una mezcla de entusiasmo y voz sensual.
"Raquel posó para un fotógrafo de aquí, de Madrid, una fotos preciosas. Además tuvimos buena química con ellos. La sesión fue en bikini... y lo que fue surgiendo... pero bueno". Juan se paró aunque quería seguir.
"Pero bueno Juan no, de eso nada, ya lo tienes que contar. Yo también quiero algo más que posar en lencería o en traje de baño y quiero saber qué tal es ese fotógrafo". Carol ya estaba imparable. Ya, no tenía nada que ocultar y todo aquello seguro que le estaba empezando a excitar y mucho. A mí ya sólo de imaginar a Raquel posando se me había puesto dura.
Juan nos contó que se conocieron para hacer una sesión, que se gustaron, que la mujer del fotógrafo también estaba en la sesión. Que las sesiones empezaban como cualquier otra pero que por una cosa o por otra terminaban en algo más. Que pasaron una jornada maravillosa entre cámaras, focos, piscina, y sábanas.
Ya estaban las cartas sobre la mesa. Propusimos a nuestro invitados a ir a un sitio especial de Madrid. Raquel no estaba muy por la labor pero de alguna manera Carol le convenció cuando fueron juntas al baño. Seguramente algo le debió decir o hacer Carol cuando fueron al baño juntas que no me quiso decir. Con la emoción del encuentro y las ganas de saber qué haríamos los cuatro después la cena fue muy muy breve. A las diez ya estábamos pidiendo la cuenta.
Era aún pronto y les propusimos ir a Divernis. Un spa liberal que no tiene la sordidez ni el ambiente extraño de los locales swinger de Madrid.
El restaurante no estaba nada lejos del spa así que fuimos caminando. El aire fresco nos quitó un poco el punto de alcohol que llevábamos pero no la excitación. Carol y Raquel sorprendentemente habían congeniado de maravilla. Iban a dos metros de Juan y de mí, agarradas de la cintura y riéndose a saber de qué cosa.
En cinco minutos estábamos entrando en el local. El olor a cloro era en anticipo perfecto para saber qué nos esperaba. "No he traído bikini" dijo Raquel mientras se reía. Todos aplaudimos aquella salida. "Tranquila" dije yo, "Carol creo que tampoco". Nosotros, obviamente pagamos la entrada.
En los vestuarios los visibles nervios de todos no fueron freno para que nos desnudáramos sin complejo alguno. Era una pena que la lencería de Carol no durase más de un minuto puesta pero al menos Juan tuvo tiempo de ver cómo mi mujer quería que la viese; de hecho, se quedó de pie así vestida mirándole fijamente y sonriéndole. Y su polla demostró que estaba atento al juego de Carol.
Raquel iba algo más despacio pero lo que iba mostrando me estaba provocando una media erección importante. Tiene un precioso cuerpo, con un pecho pequeño perfecto, apetecibles pezones grandes, una cintura estrecha, vientre plano y un culo de esos que quieres mirar, acariciar, agarrar, besar, comer y follar eternamente. Su ropa interior le delataba, un sujetador entre blanco y rosa claro, medias transparentes y sin bragas... ¿Se las quitó en el restaurante?¿Vendría ya sin ellas a la cena?
Ellas se pusieron la toalla por encima del pecho y nosotros por la cintura y salimos a disfrutar de aquel spa con unas tremendas ganas de conocernos aún mejor.
Aquello estaba animado... algunos se marchaban y una pareja entraba con nosotros.
Salimos los cuatro a un concurrido spa. Concurrido y nudista spa. Pocos había con toallas salvo nosotros. Pero duraron poco. Del primer jacuzzi que vimos salían del agua dos chicos con unas erecciones tremendas y una mujer madura, entrada en carnes pero muy sexy. Un señor que parecía ser su marido esperaba pero como simple espectador. La mujer comentó sin mucha vergüenza: "Ahora subimos un ratito ¿no?"
Aquello era entrar de lleno al ambiente. Todavía estábamos algo tímidos pero aquel comentario nos relajó de alguna forma. Toallas fueras y entramos en aquel jacuzzi que se quedaba sólo. Carol y Raquel se pusieron juntas y Juan y yo cada uno al lado de su parienta. Hablamos un poco del sitio, de lo cuidado, de lo especial, de la luz y no sé que otra trivialidad. Después comenté "La mujer de antes se lleva dos buenos regalos". En ese momento Carol me agarró de la polla y dijo "yo con este me conformo..." y mirando a Juan "...aunque si me cae otro esta noche no lo voy a rechazar". Carol me pajeaba sutilmente bajo el agua. le agarré la cabeza y comencé a comerle la boca mientras mi mano derecha bajaba desde mi hombro hacia su pecho. "La boca de Carol es deliciosa... quizás alguno de vosotros quiera probar"
"La verdad que no beso a muchas mujeres pero a Carol sí... ella es mi nueva mejor amiga... jajajaja" Y no tardó mucho. Nuestras mujeres se fundieron en un beso profundo, lento, saboreándose... La mano de Carol dejó mi polla y fue hacia la cara de Raquel. Al separar sus bocas, fue Raquel la que buscó la de Juan. Él no tardó en acariciar el pezón de su mujer. Carol puso su mano sobre el que quedaba aún libre delicadamente y miraba fijamente como nuestros nuevos amigos se besaban. Mientras un chico se metió en el jacuzzi. Saludó muy amablemente y preguntó si nos importaba. "No hombre, puedes entrar si quieres" dijo Carol... "¿No?" preguntó a Raquel y Juan que no pusieron pegas a aquel espectador.
Carol propuso entonces que Raquel y ella cambiaran de sitio. Ahora Raquel estaba a mi lado y Carol al lado de Juan. No hubo mucho diálogo entonces, nos miramos, miramos a nuestras parejas y comenzamos a besarnos. Ya tenía la boca de Raquel en la mía y era tan rica como había estado pensando toda la noche. Carol besaba a Juan también como si fuesen novios en un cine... y mientras, el chico movía despacio su brazo bajo el agua. Lo cierto es que no le hacíamos mucho caso. Después de besarnos y para seguir viendo el local salimos del jacuzzi. Como durante toda la noche, Carol cogió de la mano a Raquel y fueron de avanzadilla. Juan y yo nos mirábamos cómplices de aquello.
Entramos en una zona con una piscina más grande... allí si que había gentes. Un ambiente muy sexual pero contenido, muchos cuerpos desnudos, algún tonteo. Parejas solas, grupos pequeños, chicos solos... Ahora tocaba un bañito allí. Con más gente alrededor ya nos daba algo más de reparo. Sólo Carol y Raquel tontearon con algún piquito esporádico. La conversación de los cuatro se centro en contar fantasías cumplidas y por cumplir. Entre lo que se hablaba, lo que se veía, lo que se respiraba... aquello no podía terminar sólo en besos y agua.
Pasado unos minutos nos salimos. De nuevo, ellas como novias y nosotros detrás. El panorama era espectacular de cuerpos y de sexo. Ahí todavía sutil... pero se iba convirtiendo en algo más explícito según avanzábamos.
Pasamos a una zona de relax pero había poco sitio. Por lo que nuestras chicas buscaron algo más íntimo. Carol vio una ducha abierta al público y se metió en ella con Raquel, como si fueran pareja. Y ahí empezó el primer espectáculo de la noche.
Las dos, como si estuvieran solas, se besaron como si llevasen años deseando la una a la otra. De la boca Carol pasó a comerle los pechos a Raquel que se entregaba a aquel placer como si nada le rodease. Y el caso es que sí le rodeaban. Juan y yo... y otra pareja que se acercó. Dos mirones más se acercaron polla en mano.
La mano de Carol fue a la entrepierna de Raquel mientras no dejaba de saborear aquellos pezones duros. Tuvo que apoyar la espalda y abrir un poco más las piernas para dejar que Carol empezara a jugar con su coño. Listo yo quise entrar pero Carol me apartó suavemente, aquello era de ellas y nadie más.
Me pareció perfecto y a Juan también que no quitaba ojo de esa ducha. La mujer de la pareja que miraba se acercó a mi nuevo amigo y le preguntó "¿Tu mujer es una de esas?". "Sí, la que está dejándose follar y la mujer de mi amigo es la que está a punto de hacer que se corra". Aquello le debó calentar mucho a aquella extraña porque sin mediar más palabra agarró la polla de Juan y empezó a pajearle allí mismo mientras su acompañante seguía mirando a la ducha. Juan me miró y se reía... Raquel que se dio cuenta de aquello le miró complaciente y feliz al ver que su marido también disfrutaba por su cuenta.
Carol lanzada se arrodilló delante de Raquel y entonces sí me pidió ayuda para sujetarla y que pudiera levantar una de las piernas. Yo que soy muy obediente la pase el brazo por la espalda a Raquel y con la otra mano sostenía el muslo para que Carol pudiese comerle el coño a la vista de nuestro público y, sobre todo, de Juan.
Mi polla dura estaba prisionera por el muslo de Raquel... aunque no sé cómo hizo ella para poder cogérmela. La movía como podía pero su concentración estaba al 100 por 100 en disfrutar de la boca de Carol.
La desconocida estaba ardiendo y no paraba de meneársela a Juan. Y los hombres solos empezaron a pajearse más rápido.
Nuestra amiga sevillana no quiso tener un orgasmo en silencio y sus gemidos se escucharon en todo el local. Carol se levantó y la besó con la boca mojada de la ducha y de los fluidos del coño recién corrido de Raquel. Aquello estaba siendo demasiado y ya eran demasiados mirones que apartar.
Le dije a Juan que subiéramos arriba. La planta superior es más íntima. No pueden subir los chicos solos y quien está ahí es porque quiere sexo, aquí ya no hay ni duda ni reparos . De nuevo, las dos "ennoviadas" nos guiaron hacia nuestro nuevo destino.
Ahí les enseñamos un cuartito pequeño con unos agujeros que le encantaron a Raquel... verlos, aquello son palabras mayores. Quien está dentro del cuartito puede dedicarse a masturbar o chupar las pollas que van apareciendo por los huecos de la pared de madera. Era gracios ver a un tipo pegado con la polla dentro con una cara de placer enorme. Lo que no podía saber era si su miembro estaba dentro de la boca de una mujer o de un hombre... o ambos.
En el centro hay una cuarto con una cama negra... bueno, cama se queda corto. Es una zona donde las parejas follan a vista de otras parejas que pueden asomarse, donde hay tríos o cuartetos o lo que se tercie. Ahí Raquel se quedó impresionada. Nos quedamos los cuatro asomados, abrazados en este caso a nuestra respectivas parejas. Tocaba mirar un rato esa maravillosa escena de sexo. Ahí estaba la mujer que salió del jacuzzi cuando llegamos con dos jóvenes. Estaba completamente entregada a ellos, encima de uno de ellos, cabalgando, y mamando la polla del otro que estaba de pie... y su marido, cerca, masturbándose a ratos, sin quitar ojo. Además había una gordita a cuatro patas parecía ser empalada por un tipo musculado, cada embestida de él era un grito sordo de ella.
Aquello ya nos encendió. Carol desapareció un segundo y volvió para agarrar de la mano a Raquel y llevarla a una de las salas privadas del local. Tocaba disfrutar de aquella nueva amistad sin otra distracción. Carol soltó a Raquel y se fue directamente a por Juan. Empezó a besarle pero no estuvo mucho tiempo, yo sabía que se moría por meterse su polla en la boca y que no iba a tardar ni un minuto en hacerlo. Le tumbó de un empujón y se metió lentamente pero sin parar todo el pene erecto de Juan, hasta que sus labios chocaron con su cuerpo. Le encanta sentir un miembro completo en su garganta, has que le produce arcadas. Y tras esa primera penetración oral en toda regla, siguió con una mamada salivada, acompasada, como ella sólo sabe hacer...
Yo abracé a Siliva y la tumbé al lado de Juan. Era el momento de que los anfitriones mostrásemos nuestros respetos a aquella fabulosa pareja. Separé las piernas de Raquel y empecé a comer su coño aún sensible por el orgasmo anterior. Los de Madrid comiendo el sexo a los amigos de Sevilla. Parecía encantados. En algunos momentos acercaban sus bocas para besarse. Carol no quería que el sevillano se corriera todavía, tenía que sentirle dentro. Él no tuvo ni que moverse, mi querida esposa se subió encima de él y lo montó. El coño de Carol se moja muchísimo así que sé perfectamente la sensación que sintió Juan en ese momento. "Ummm cómo folla tu marido Raquel, qué maravilla de polla.... ummm... ven, quiero que sienta a las dos a la vez, quiero que te c*** el coño y tenerte delante. Ayudé a Raquel a que sentara su sexo en la boca del doctor que iba a gozar de dos hembras a la vez. La visión era maravillosa, dos preciosas mujeres besándose y acariciando sus pechos mientras gemían gracias al empeño de Juan. Me subí de pie a la cama y situé la polla entre las dos bocas. Raquel se adelantó y la agarró fuertemente para llevarla a su boca. Y qué boca. Raquel se la tragaba de fábula, poniendo todo el deseo en su mirada mientras veía cómo mi miembro desaparecía por completo entre sus labios. Esta mujer nunca pierde la elegancia, ni cuando le están saboreando su sexo en una ducha, ni sentada sobre Juan, ni cuando tiene una polla en la boca... es una delicia mirarle fijamente a esos preciosos ojos marrones.
Carol que seguía cabalgando a al médico me preguntó entre gemidos "te mueres por follártela ¿no? venga, que ella seguro que también quiere... ¿verdad?"....
"Sí, estoy a punto de correrme... me encantaría" Se bajó de la cara de Juan y se vino a mi lado. Sin que yo dijera nada se puso a cuatro patas con la cabeza pegada a la cabeza de Juan... "Me va a follar, me va a follar aquí, delante de ti" Al fin tenía ese colosal culo delante de mí, entregado, expuesto a mi voluntad. Le agarré de la cintura y la penetré lentamente, para notar ese calor milímetro a milímetro... Ese coño ardía, mi polla estaba dentro de un húmedo paraíso. Casi era ella la que se movía para que entrara muy profundamente. El sonido de aquel sexo empapado golpeando contra mi cuerpo era sublime.
Carol tenía envidia. "Juan, fóllame así, que me dan envidia". Ella siempre con la verdad por delante. Descabalgó y se colocó con la cabeza delante de Raquel. El sevillano justo enfrente mía, sonriendo... "Un placer en saludarte Antonio, veo que estás bien acompañado. Con tu permiso, voy a seguir follándome a Carol que parece que se ha encariñado con mi polla"
"Dale, dale... si se muere por correrse con ella dentro"
Y ahí estábamos las dos parejas, la nueva amistad, cuatro personas con ganas de disfrutar de la vida y de los placeres que nos ofrece. Del morbo cotidiano de desear y sentirse deseado. Dos mujeres a cuatro pata, besándose cuando pueden, recibiendo las embestidas de dos hombres que aman a sus mujeres y disfrutan viendo como se las follan otros y otras.
Yo no podía más, Carol se masturbaba con una mano mientras Juan aceleraba el ritmo de la penetración. Mi mujer y yo nos íbamos a correr en breve. Oír a mi esposa decir la palabra mágica "Me corroooo" y tanto Juan como yo agarramos más fuerte a nuestra pareja de sexo. Raquel no dijo nada, pero su orgasmo también estaba a punto de llegar. Su mano iba a rasgar la cama de lo fuerte que apretaba.
Dos mujeres maduras maravillosas estallando al a vez en un orgasmo único en grupo. Y dos pollas desconocidas hasta ahora soltando toda su leche dentro de ellas al mismo tiempo.
Quedamos tumbados semi desmayados sobre aquella especie cama.
Difícilmente podíamos hablar.
Era tarde y cerraban. Lo sabíamos... pero Juan dijo unas palabras mágicas que nos hizo levantar el ánimo y otras cosas a todos: "Bueno, vamos a nuestro hotel ahora ¿no?"
Jamás me alegré tanto de que ese día tuviéramos canguro toda la noche.
Habíamos ido a ver a unos amigos de Carol, una decisión de última hora que nos obligó a sacar esos billete tan malos.
Es una lotería, puede tocarte cualquier cosa. Pero en cuanto llegamos y vimos quien teníamos en frente nos relajamos. Una pareja con muy buen aspecto y de nuestra edad. Él tenía imagen de tipo seguro de sí mismo y ella una elegancia especial y una sonrisa preciosa.
Al poco de arrancar el tren me levanté a por un café y pregunté a nuestros compañeros de tren si querían algo. "No gracias, muy amable".
No sé qué pasó mientras iba a la cafetería pero a la vuelta los dos estaban hablando con Carol. Ella hace amigos en cualquier parte. "Mira son Juan y Raquel". "Encantado, ¿qué tal?". Ruptura absoluta del hielo. Nos quedaban dos horitas que iban a ser muy agradables.
Hablamos de todo un poco, de la familia, de la situación, de su ciudad, Sevilla, de Madrid, de Carmena y hasta un poco de fútbol... Juan se ofreció a ir a por algo de beber... aquello ya parecían dos parejas amigas en un bar.
Raquel tenía algo especial. Su manera de hablar, de reír, de moverse... Me estaba gustando mucho. Y por cómo se comportaba Carol, a ella también. Juan volvió y brindamos por el futuro incierto y alguna que otra cosa entre trascendental y absolutamente trivial. Pero había química. Se notaba. Y juraría que Juan le echaba el ojo a Carol.
Cuando llegamos nos planteamos la posibilidad de ir a cenar durante su estancia en Madrid. Eramos los anfitriones y queríamos conocer un poco más a aquella pareja. A ellos también les apetecía seguir esa conversación de vagón por lo que quedamos para ese mismo jueves.
En casa Carol hablaba mucho de Juan y de Raquel, algo había que le había gustado mucho. Era obvio que le gustasen, una pareja de más o menos nuestra edad, atractivos, él médico, ella enfermera y con esa clase... como para no gustar. A mí Raquel me había cautivado y así se lo dije a Carol. "Tú eres un listo", me dijo "tú quieres algo con ella ¿o no?". Me reía... no dije nada, pero ella sabía que sí, que Raquel me había excitado y mucho.
"Pues no seas un cara porque yo solita no me quedo... y Juan me gusta, me da que debe ser buen amante... ya sabes lo bien que tocan los médicos" Risas y más risas, pero por debajo de todo eso estaba la realidad. Queríamos follar con ellos.
Llegó el jueves y quedamos para tomar algo antes de cenar. Carol se vistió como ella sabe, una lencería especial, un body negro de encaje con tanga que se abre por debajo y unas medias de liguero. Los tacones altos eran requisito fundamental. Y luego un fino vestido verde que caía sobre su cuerpo, era largo pero una sutil raja en la falda dejaban ver su pierna y, según como se sentase, una parte de su muslo desnudo.
Llegamos lo primeros y vimos aparecer a Juan y Raquel. Él estaba muy elegante, chaqueta, camisa blanca sin corbata. Ella lucía como nadie. También llevaba un vestido que parecía haber sido diseñado para ella, ajustado que le quedaba por encima de las rodillas. Un ligero escote que sin ser obsceno, dejaba ver el valle de piel entre sus pequeños pechos adornado por unos preciosos lunares bajo el cuello. Y unos tacones negros sencillos que le hacían unas piernas preciosas. Cuando se dio la vuelta para dejar el bolso me fijé en como se le marcaba el impresionante culazo. No me le miré lo suficiente en el tren...
Parecíamos amigos de mucho más tiempo; no hacía falta mucha presentación o charla de compromiso. Estábamos todos muy a gusto y eso era muy muy buena señal.
Fuimos a la cena ya con algo de alcohol en el cuerpo. Más desinhibidos de lo normal a esas horas. Carol y Raquel estaban haciendo muy buenas migas. Y Juan y yo empezábamos a conocer mejor las intenciones de ambos.
La velada transcurrió de maravillo. Buena comida, buen vino y mejor compañía. Risas y más risas y una conversación que empezaba a ser algo más íntima. Para eso es buena Carol.
"Perdonad la pregunta pero llevamos un tiempo pensando en hacernos un sesión de fotos de pareja ¿qué os parece? Bueno, más que de pareja, de mí. Antonio lleva mucho tiempo diciendo que quiere algo profesional, elegante, bien hecho.."
Raquel y Juan se miraron. "Sesión... ¿de qué tipo?" preguntaron. "Yo, para ser sincero, me gustaría verla algo más sexy, algo más para nosotros pero en plan bien hecho". Raquel lo dijo de inmediato "¿Con un toque más picante?". "Exacto" dije yo. "Raquel es una experta, ya ha posado como una verdadera modelo" respondió Juan mientras guiñaba un ojo a su mujer. "¿En lencería?" ya se me notaba algo más de sorpresa en la frase; pasamos de sacar un tema íntimo nosotros a rematarlo ellos. "Sí claro, lencería en plan elegante... y alguna cosa más atrevida". "Cuenta, cuenta Juan, que eso me interesa y mucho" dijo Carol ya con una mezcla de entusiasmo y voz sensual.
"Raquel posó para un fotógrafo de aquí, de Madrid, una fotos preciosas. Además tuvimos buena química con ellos. La sesión fue en bikini... y lo que fue surgiendo... pero bueno". Juan se paró aunque quería seguir.
"Pero bueno Juan no, de eso nada, ya lo tienes que contar. Yo también quiero algo más que posar en lencería o en traje de baño y quiero saber qué tal es ese fotógrafo". Carol ya estaba imparable. Ya, no tenía nada que ocultar y todo aquello seguro que le estaba empezando a excitar y mucho. A mí ya sólo de imaginar a Raquel posando se me había puesto dura.
Juan nos contó que se conocieron para hacer una sesión, que se gustaron, que la mujer del fotógrafo también estaba en la sesión. Que las sesiones empezaban como cualquier otra pero que por una cosa o por otra terminaban en algo más. Que pasaron una jornada maravillosa entre cámaras, focos, piscina, y sábanas.
Ya estaban las cartas sobre la mesa. Propusimos a nuestro invitados a ir a un sitio especial de Madrid. Raquel no estaba muy por la labor pero de alguna manera Carol le convenció cuando fueron juntas al baño. Seguramente algo le debió decir o hacer Carol cuando fueron al baño juntas que no me quiso decir. Con la emoción del encuentro y las ganas de saber qué haríamos los cuatro después la cena fue muy muy breve. A las diez ya estábamos pidiendo la cuenta.
Era aún pronto y les propusimos ir a Divernis. Un spa liberal que no tiene la sordidez ni el ambiente extraño de los locales swinger de Madrid.
El restaurante no estaba nada lejos del spa así que fuimos caminando. El aire fresco nos quitó un poco el punto de alcohol que llevábamos pero no la excitación. Carol y Raquel sorprendentemente habían congeniado de maravilla. Iban a dos metros de Juan y de mí, agarradas de la cintura y riéndose a saber de qué cosa.
En cinco minutos estábamos entrando en el local. El olor a cloro era en anticipo perfecto para saber qué nos esperaba. "No he traído bikini" dijo Raquel mientras se reía. Todos aplaudimos aquella salida. "Tranquila" dije yo, "Carol creo que tampoco". Nosotros, obviamente pagamos la entrada.
En los vestuarios los visibles nervios de todos no fueron freno para que nos desnudáramos sin complejo alguno. Era una pena que la lencería de Carol no durase más de un minuto puesta pero al menos Juan tuvo tiempo de ver cómo mi mujer quería que la viese; de hecho, se quedó de pie así vestida mirándole fijamente y sonriéndole. Y su polla demostró que estaba atento al juego de Carol.
Raquel iba algo más despacio pero lo que iba mostrando me estaba provocando una media erección importante. Tiene un precioso cuerpo, con un pecho pequeño perfecto, apetecibles pezones grandes, una cintura estrecha, vientre plano y un culo de esos que quieres mirar, acariciar, agarrar, besar, comer y follar eternamente. Su ropa interior le delataba, un sujetador entre blanco y rosa claro, medias transparentes y sin bragas... ¿Se las quitó en el restaurante?¿Vendría ya sin ellas a la cena?
Ellas se pusieron la toalla por encima del pecho y nosotros por la cintura y salimos a disfrutar de aquel spa con unas tremendas ganas de conocernos aún mejor.
Aquello estaba animado... algunos se marchaban y una pareja entraba con nosotros.
Salimos los cuatro a un concurrido spa. Concurrido y nudista spa. Pocos había con toallas salvo nosotros. Pero duraron poco. Del primer jacuzzi que vimos salían del agua dos chicos con unas erecciones tremendas y una mujer madura, entrada en carnes pero muy sexy. Un señor que parecía ser su marido esperaba pero como simple espectador. La mujer comentó sin mucha vergüenza: "Ahora subimos un ratito ¿no?"
Aquello era entrar de lleno al ambiente. Todavía estábamos algo tímidos pero aquel comentario nos relajó de alguna forma. Toallas fueras y entramos en aquel jacuzzi que se quedaba sólo. Carol y Raquel se pusieron juntas y Juan y yo cada uno al lado de su parienta. Hablamos un poco del sitio, de lo cuidado, de lo especial, de la luz y no sé que otra trivialidad. Después comenté "La mujer de antes se lleva dos buenos regalos". En ese momento Carol me agarró de la polla y dijo "yo con este me conformo..." y mirando a Juan "...aunque si me cae otro esta noche no lo voy a rechazar". Carol me pajeaba sutilmente bajo el agua. le agarré la cabeza y comencé a comerle la boca mientras mi mano derecha bajaba desde mi hombro hacia su pecho. "La boca de Carol es deliciosa... quizás alguno de vosotros quiera probar"
"La verdad que no beso a muchas mujeres pero a Carol sí... ella es mi nueva mejor amiga... jajajaja" Y no tardó mucho. Nuestras mujeres se fundieron en un beso profundo, lento, saboreándose... La mano de Carol dejó mi polla y fue hacia la cara de Raquel. Al separar sus bocas, fue Raquel la que buscó la de Juan. Él no tardó en acariciar el pezón de su mujer. Carol puso su mano sobre el que quedaba aún libre delicadamente y miraba fijamente como nuestros nuevos amigos se besaban. Mientras un chico se metió en el jacuzzi. Saludó muy amablemente y preguntó si nos importaba. "No hombre, puedes entrar si quieres" dijo Carol... "¿No?" preguntó a Raquel y Juan que no pusieron pegas a aquel espectador.
Carol propuso entonces que Raquel y ella cambiaran de sitio. Ahora Raquel estaba a mi lado y Carol al lado de Juan. No hubo mucho diálogo entonces, nos miramos, miramos a nuestras parejas y comenzamos a besarnos. Ya tenía la boca de Raquel en la mía y era tan rica como había estado pensando toda la noche. Carol besaba a Juan también como si fuesen novios en un cine... y mientras, el chico movía despacio su brazo bajo el agua. Lo cierto es que no le hacíamos mucho caso. Después de besarnos y para seguir viendo el local salimos del jacuzzi. Como durante toda la noche, Carol cogió de la mano a Raquel y fueron de avanzadilla. Juan y yo nos mirábamos cómplices de aquello.
Entramos en una zona con una piscina más grande... allí si que había gentes. Un ambiente muy sexual pero contenido, muchos cuerpos desnudos, algún tonteo. Parejas solas, grupos pequeños, chicos solos... Ahora tocaba un bañito allí. Con más gente alrededor ya nos daba algo más de reparo. Sólo Carol y Raquel tontearon con algún piquito esporádico. La conversación de los cuatro se centro en contar fantasías cumplidas y por cumplir. Entre lo que se hablaba, lo que se veía, lo que se respiraba... aquello no podía terminar sólo en besos y agua.
Pasado unos minutos nos salimos. De nuevo, ellas como novias y nosotros detrás. El panorama era espectacular de cuerpos y de sexo. Ahí todavía sutil... pero se iba convirtiendo en algo más explícito según avanzábamos.
Pasamos a una zona de relax pero había poco sitio. Por lo que nuestras chicas buscaron algo más íntimo. Carol vio una ducha abierta al público y se metió en ella con Raquel, como si fueran pareja. Y ahí empezó el primer espectáculo de la noche.
Las dos, como si estuvieran solas, se besaron como si llevasen años deseando la una a la otra. De la boca Carol pasó a comerle los pechos a Raquel que se entregaba a aquel placer como si nada le rodease. Y el caso es que sí le rodeaban. Juan y yo... y otra pareja que se acercó. Dos mirones más se acercaron polla en mano.
La mano de Carol fue a la entrepierna de Raquel mientras no dejaba de saborear aquellos pezones duros. Tuvo que apoyar la espalda y abrir un poco más las piernas para dejar que Carol empezara a jugar con su coño. Listo yo quise entrar pero Carol me apartó suavemente, aquello era de ellas y nadie más.
Me pareció perfecto y a Juan también que no quitaba ojo de esa ducha. La mujer de la pareja que miraba se acercó a mi nuevo amigo y le preguntó "¿Tu mujer es una de esas?". "Sí, la que está dejándose follar y la mujer de mi amigo es la que está a punto de hacer que se corra". Aquello le debó calentar mucho a aquella extraña porque sin mediar más palabra agarró la polla de Juan y empezó a pajearle allí mismo mientras su acompañante seguía mirando a la ducha. Juan me miró y se reía... Raquel que se dio cuenta de aquello le miró complaciente y feliz al ver que su marido también disfrutaba por su cuenta.
Carol lanzada se arrodilló delante de Raquel y entonces sí me pidió ayuda para sujetarla y que pudiera levantar una de las piernas. Yo que soy muy obediente la pase el brazo por la espalda a Raquel y con la otra mano sostenía el muslo para que Carol pudiese comerle el coño a la vista de nuestro público y, sobre todo, de Juan.
Mi polla dura estaba prisionera por el muslo de Raquel... aunque no sé cómo hizo ella para poder cogérmela. La movía como podía pero su concentración estaba al 100 por 100 en disfrutar de la boca de Carol.
La desconocida estaba ardiendo y no paraba de meneársela a Juan. Y los hombres solos empezaron a pajearse más rápido.
Nuestra amiga sevillana no quiso tener un orgasmo en silencio y sus gemidos se escucharon en todo el local. Carol se levantó y la besó con la boca mojada de la ducha y de los fluidos del coño recién corrido de Raquel. Aquello estaba siendo demasiado y ya eran demasiados mirones que apartar.
Le dije a Juan que subiéramos arriba. La planta superior es más íntima. No pueden subir los chicos solos y quien está ahí es porque quiere sexo, aquí ya no hay ni duda ni reparos . De nuevo, las dos "ennoviadas" nos guiaron hacia nuestro nuevo destino.
Ahí les enseñamos un cuartito pequeño con unos agujeros que le encantaron a Raquel... verlos, aquello son palabras mayores. Quien está dentro del cuartito puede dedicarse a masturbar o chupar las pollas que van apareciendo por los huecos de la pared de madera. Era gracios ver a un tipo pegado con la polla dentro con una cara de placer enorme. Lo que no podía saber era si su miembro estaba dentro de la boca de una mujer o de un hombre... o ambos.
En el centro hay una cuarto con una cama negra... bueno, cama se queda corto. Es una zona donde las parejas follan a vista de otras parejas que pueden asomarse, donde hay tríos o cuartetos o lo que se tercie. Ahí Raquel se quedó impresionada. Nos quedamos los cuatro asomados, abrazados en este caso a nuestra respectivas parejas. Tocaba mirar un rato esa maravillosa escena de sexo. Ahí estaba la mujer que salió del jacuzzi cuando llegamos con dos jóvenes. Estaba completamente entregada a ellos, encima de uno de ellos, cabalgando, y mamando la polla del otro que estaba de pie... y su marido, cerca, masturbándose a ratos, sin quitar ojo. Además había una gordita a cuatro patas parecía ser empalada por un tipo musculado, cada embestida de él era un grito sordo de ella.
Aquello ya nos encendió. Carol desapareció un segundo y volvió para agarrar de la mano a Raquel y llevarla a una de las salas privadas del local. Tocaba disfrutar de aquella nueva amistad sin otra distracción. Carol soltó a Raquel y se fue directamente a por Juan. Empezó a besarle pero no estuvo mucho tiempo, yo sabía que se moría por meterse su polla en la boca y que no iba a tardar ni un minuto en hacerlo. Le tumbó de un empujón y se metió lentamente pero sin parar todo el pene erecto de Juan, hasta que sus labios chocaron con su cuerpo. Le encanta sentir un miembro completo en su garganta, has que le produce arcadas. Y tras esa primera penetración oral en toda regla, siguió con una mamada salivada, acompasada, como ella sólo sabe hacer...
Yo abracé a Siliva y la tumbé al lado de Juan. Era el momento de que los anfitriones mostrásemos nuestros respetos a aquella fabulosa pareja. Separé las piernas de Raquel y empecé a comer su coño aún sensible por el orgasmo anterior. Los de Madrid comiendo el sexo a los amigos de Sevilla. Parecía encantados. En algunos momentos acercaban sus bocas para besarse. Carol no quería que el sevillano se corriera todavía, tenía que sentirle dentro. Él no tuvo ni que moverse, mi querida esposa se subió encima de él y lo montó. El coño de Carol se moja muchísimo así que sé perfectamente la sensación que sintió Juan en ese momento. "Ummm cómo folla tu marido Raquel, qué maravilla de polla.... ummm... ven, quiero que sienta a las dos a la vez, quiero que te c*** el coño y tenerte delante. Ayudé a Raquel a que sentara su sexo en la boca del doctor que iba a gozar de dos hembras a la vez. La visión era maravillosa, dos preciosas mujeres besándose y acariciando sus pechos mientras gemían gracias al empeño de Juan. Me subí de pie a la cama y situé la polla entre las dos bocas. Raquel se adelantó y la agarró fuertemente para llevarla a su boca. Y qué boca. Raquel se la tragaba de fábula, poniendo todo el deseo en su mirada mientras veía cómo mi miembro desaparecía por completo entre sus labios. Esta mujer nunca pierde la elegancia, ni cuando le están saboreando su sexo en una ducha, ni sentada sobre Juan, ni cuando tiene una polla en la boca... es una delicia mirarle fijamente a esos preciosos ojos marrones.
Carol que seguía cabalgando a al médico me preguntó entre gemidos "te mueres por follártela ¿no? venga, que ella seguro que también quiere... ¿verdad?"....
"Sí, estoy a punto de correrme... me encantaría" Se bajó de la cara de Juan y se vino a mi lado. Sin que yo dijera nada se puso a cuatro patas con la cabeza pegada a la cabeza de Juan... "Me va a follar, me va a follar aquí, delante de ti" Al fin tenía ese colosal culo delante de mí, entregado, expuesto a mi voluntad. Le agarré de la cintura y la penetré lentamente, para notar ese calor milímetro a milímetro... Ese coño ardía, mi polla estaba dentro de un húmedo paraíso. Casi era ella la que se movía para que entrara muy profundamente. El sonido de aquel sexo empapado golpeando contra mi cuerpo era sublime.
Carol tenía envidia. "Juan, fóllame así, que me dan envidia". Ella siempre con la verdad por delante. Descabalgó y se colocó con la cabeza delante de Raquel. El sevillano justo enfrente mía, sonriendo... "Un placer en saludarte Antonio, veo que estás bien acompañado. Con tu permiso, voy a seguir follándome a Carol que parece que se ha encariñado con mi polla"
"Dale, dale... si se muere por correrse con ella dentro"
Y ahí estábamos las dos parejas, la nueva amistad, cuatro personas con ganas de disfrutar de la vida y de los placeres que nos ofrece. Del morbo cotidiano de desear y sentirse deseado. Dos mujeres a cuatro pata, besándose cuando pueden, recibiendo las embestidas de dos hombres que aman a sus mujeres y disfrutan viendo como se las follan otros y otras.
Yo no podía más, Carol se masturbaba con una mano mientras Juan aceleraba el ritmo de la penetración. Mi mujer y yo nos íbamos a correr en breve. Oír a mi esposa decir la palabra mágica "Me corroooo" y tanto Juan como yo agarramos más fuerte a nuestra pareja de sexo. Raquel no dijo nada, pero su orgasmo también estaba a punto de llegar. Su mano iba a rasgar la cama de lo fuerte que apretaba.
Dos mujeres maduras maravillosas estallando al a vez en un orgasmo único en grupo. Y dos pollas desconocidas hasta ahora soltando toda su leche dentro de ellas al mismo tiempo.
Quedamos tumbados semi desmayados sobre aquella especie cama.
Difícilmente podíamos hablar.
Era tarde y cerraban. Lo sabíamos... pero Juan dijo unas palabras mágicas que nos hizo levantar el ánimo y otras cosas a todos: "Bueno, vamos a nuestro hotel ahora ¿no?"
Jamás me alegré tanto de que ese día tuviéramos canguro toda la noche.
3 年 前