Contra la pared

Te siento completamente entregada a mis deseos; tu espalda apoyada contra la pared y mi mano sujetándote las muñecas amarradas por encima de tu cabeza.
Te miro a los ojos; mientras aspiro ese olor a hembra que tanto me excita; ese olor que ahora mismo deja escapar tu cuerpo desnudo.
Estás hermosa; etérea; deseable…
Mi mano libre desciende por tu vientre, descubriendo pronto tu pubis suave y delicadamente depilado.
Mis dedos separan suavemente esos hermosos labios vaginales y entran en el calor y la humedad de tu cuerpo.
Te oigo gemir de placer; tus ojos me siguen mirando, como si quisieran pedirme más. Te ordeno que supliques por más; pero tu terquedad lo impide. Te gusta hacerte desear y hacerme sufrir…
Mientras mis dedos rozan tu clítoris, mis labios ahora se acercan a tus pezones erectos. Me deleito lamiéndolos y logro que vuelvas a gemir y a jadear… Me encanta que seas tan perra…
Entonces percibo que tus rodillas flaquean, como si no pudieran seguir manteniendo todo tu cuerpo en pie.
Y de repente siento que mis dedos quedan empapados. Acabaste.
Acabaste en silencio, apenas suspirando con suavidad.
Libero tus muñecas amarradas y me apoyo de espaldas a la pared.