El invitado
Llevas unas semanas en casa, mi marido te ha ofrecido una habitación mientras terminas el master , le une una gran amistad con tu padre y no es**tima en nada para que te sientas comodo.
Hace días que echo en falta aquel conjunto de ropa interior que tanto le gusta a mi marido que me ponga, lo he buscado por todas partes y ni rastro.
Ayer por la noche al salir de la ducha,escuche unos ahogados gemidos que salían de tu habitación, me acerque sigilosamente y pegando mi oído a la puerta pude percibir que eran gemidos de placer, abrí con cuidado apenas dos centímetros, y ahí estabas, masturbándote usando mi desaparecido tanga que embolia tu miembro, de repente mi cuerpo era prendido por una sensación de calor, hacia muchísimo que no veía una erección en un cuerpo tan joven, y quien era la culpable, mi ropa? Podía ser yo? nuestro parentesco hacia impensable dicha escena,tenía que disimular mi respiración algo perturbada para que no me oyera, y estar atenta a que mi marido no se levantara,tenía que marchar de ahí pero no podía, quede paralizada y deslice mi mano hacia mi sexo húmedo como hacia mucho que no estaba, moviendo mis dedos al ritmo que tu imprimías, mis piernas temblaban y mis braguitas que se habían deslizado hasta mis tobillos, dificultaban el poderme sostener de pie,imaginaba que tenía tu miembro dentro porque era lo que tú fantaseabas, empezaste a aumentar el ritmo y yo instintivamente también lo hacía, hasta que llego el momento esperado, el tono de tus gemidos aumentaron hasta que tu brillante glande expulso el primer disparo de semen, al mismo momento que sin poder reprimirme se me escapo un grito de placer, perdí el equilibrio y la puerta se abrió lo suficiente para que advirtieras que estaba allí, tu mirándome y yo sin poder apartar mi mirada de tu miembro que aún expulsaba abundantemente semen, después nos miramos los dos exhaustos, nuestras manos empapadas de nuestros flujos y sin mediar palabra, desaparecí hacia mi cama abrazando a mi marido, intentando olvidar lo ocurrido.
Hace días que echo en falta aquel conjunto de ropa interior que tanto le gusta a mi marido que me ponga, lo he buscado por todas partes y ni rastro.
Ayer por la noche al salir de la ducha,escuche unos ahogados gemidos que salían de tu habitación, me acerque sigilosamente y pegando mi oído a la puerta pude percibir que eran gemidos de placer, abrí con cuidado apenas dos centímetros, y ahí estabas, masturbándote usando mi desaparecido tanga que embolia tu miembro, de repente mi cuerpo era prendido por una sensación de calor, hacia muchísimo que no veía una erección en un cuerpo tan joven, y quien era la culpable, mi ropa? Podía ser yo? nuestro parentesco hacia impensable dicha escena,tenía que disimular mi respiración algo perturbada para que no me oyera, y estar atenta a que mi marido no se levantara,tenía que marchar de ahí pero no podía, quede paralizada y deslice mi mano hacia mi sexo húmedo como hacia mucho que no estaba, moviendo mis dedos al ritmo que tu imprimías, mis piernas temblaban y mis braguitas que se habían deslizado hasta mis tobillos, dificultaban el poderme sostener de pie,imaginaba que tenía tu miembro dentro porque era lo que tú fantaseabas, empezaste a aumentar el ritmo y yo instintivamente también lo hacía, hasta que llego el momento esperado, el tono de tus gemidos aumentaron hasta que tu brillante glande expulso el primer disparo de semen, al mismo momento que sin poder reprimirme se me escapo un grito de placer, perdí el equilibrio y la puerta se abrió lo suficiente para que advirtieras que estaba allí, tu mirándome y yo sin poder apartar mi mirada de tu miembro que aún expulsaba abundantemente semen, después nos miramos los dos exhaustos, nuestras manos empapadas de nuestros flujos y sin mediar palabra, desaparecí hacia mi cama abrazando a mi marido, intentando olvidar lo ocurrido.
1 年 前